
VERANO:

OTOÑO:

los campos de mantos de hojarasca. Es aquí donde se presenta la emigración de las aves. En sentido figurado el otoño representa la vejez. De los verdes intensos del verano se pasa al amarillo, naranja, ocre, marrón... En otoño comenzamos a preparar la ropa abrigada para un invierno que se acerca. Es donde nos sentimos que hay muchas hojas secas en nuestra vida, donde vemos que la angustia, el dolor, los problemas sin resolver se están apoderando de nuestro ser, de nuestras familia o de nuestra vida espiritual. Pero no todo tiene que ser amarillo, marrón,... también puede ser ese momento en que debemos darnos cuenta de que hay muchas cosas que tenemos que dejar caer de nuestras vidas para levantar otras, que hay que pasar el proceso de abandono, de autorizar a lo seco, a lo estrujado, a lo deshidratado, a lo débil, de nuestra vida a que nos abandone, que se marche para dar paso a la etapa de bendición y gloria que se aproxima. Porque la realidad es,... que mientras sigamos con hojas secas y amarillentas encima nuestro, nunca llegarán a nosotros las hojas verdes de dicha.
INVIERNO:

Pero existe un proceso antes que llegue el invierno, durante el verano y comienzos del otoño, los animales que van a hibernar empiezan a comer mucho más que antes. Engordan y acumulan reservas en forma de grasas. Por ejemplo, el lirón duplica su peso antes de empezar la hibernación.
Además, los animales preparan cuidadosamente el refugio donde van a pasar esos meses: la marmota excava una madriguera en el suelo y la recubre con hierbas; pero nosotros, para el momento de invierno de nuestra vida, estamos preparados, hemos acumulado ayuno, oración y palabra. Esto es cuidando para que en medio de la etapa tengamos acumulado el calor de Dios en nuestras vidas o sencillamente estamos al descubierto. Dios es nuestro refugio, es nuestro abrigo, tenemos en quien descansar en los momentos difíciles, tenemos quien nos libre de las aflicciones, tenemos quien reconforte nuestros huesos, tenemos quien nos lleve a un lugar donde no nos falte nada.
Además, los animales preparan cuidadosamente el refugio donde van a pasar esos meses: la marmota excava una madriguera en el suelo y la recubre con hierbas; pero nosotros, para el momento de invierno de nuestra vida, estamos preparados, hemos acumulado ayuno, oración y palabra. Esto es cuidando para que en medio de la etapa tengamos acumulado el calor de Dios en nuestras vidas o sencillamente estamos al descubierto. Dios es nuestro refugio, es nuestro abrigo, tenemos en quien descansar en los momentos difíciles, tenemos quien nos libre de las aflicciones, tenemos quien reconforte nuestros huesos, tenemos quien nos lleve a un lugar donde no nos falte nada.
Tranquilo(a)s ya pasó el invierno y llega otra vez la primavera, prepárate para sonreír de nuevo. Recuerda,... ahora todo será por un momento.
Pero tendremos una etapa eterna, en Cristo Jesús Señor nuestro. AMEN!!
Pero tendremos una etapa eterna, en Cristo Jesús Señor nuestro. AMEN!!
SOLAMENTE HAY QUE CREER,... (Marcos 9:23) AL QUE CREE TODO LE ES POSIBLE.
¡QUE DIOS LES BENDIGA!
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